lunes, 27 de junio de 2011

Brújula

Se presentó la noche justo a tiempo, sin escalas ni retrasos o pretextos, con los labios parpadeando en colores neón intenso y luciendo un letrero de no molestar alrededor de su frío puño de metal dorado

La desesperanza puede llevarnos a alejarnos de los santos y hacernos visitar pueblos extraños en busca de santeros, que no revierten hechizos ajenos ni bien conjuran otros nuevos

Nos lleva a querer atravesar el espejo, donde todo lo que se ve parece funcionar correctamente de la manera opuesta a lo que se ve del otro lado

Nos intenta convencer de abandonar la causa y rendir los brazos a mitad de una batalla aún no peleada o simplemente nos orilla a saltar de espaldas con los ojos vendados y las manos desatadas

La desesperanza confunde y desorienta, silencia los recuerdos y distrae por un momento los ojos del camino de aquellos quienes se encuentran dentro

Termina por despegarle la piel del hueso a quien se queda en espera de aquel que se ausenta buscando nulas respuestas a preguntas mal formuladas desde un comienzo

Una infinidad de cosas se aglomeran entre mis retinas y el hipotálamo con vía de acceso directo al ventrículo izquierdo, que funge más algunas veces como almacén de perecederos o un concurrido andén de pasajeros

Por si acaso nunca salgo de casa sin llevar siempre conmigo por lo menos una de las letras de tu nombre

Para así siempre saber hacia dónde está el sur y hacia dónde el norte y de ahí partir convencido de cuál es el camino que me lleva sin desvíos de vuelta al lugar de dónde vengo

Hybris

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