viernes, 2 de diciembre de 2011

Setenta y Uno

Recuerdo a los petroleros en desembarque en Laguna Azul, descendiendo uno por uno a encontrarse en tierra con sus respectivos pares de brazos en cruz, bajo los rayos de un sol calcinante, arropados por un calor tan húmedo como mis propios ojos

Me hubiera gustado quedarme una noche más en esa habitación que no terminó de pintarse, otro paseo por los callejones coloniales, dos fotografías más para el recuerdo, no haber pisado tantas veces un aeropuerto, haber sabido cómo traer completas todas las piezas faltantes que quedaron dispersas en aquella pequeña isla de escaso oleaje

A cuántos lados me llevaron mis pies por alcanzarle, hubiese llegado tan lejos como fuera preciso, más allá de un límite fronterizo, hubiera lidiado una vez más con climas extremos, y solo de haber sido estríctamente necesario...hubiera aprendido un nuevo idioma solo por no insistirle más que volviera a hablar con el nuestro

Setenta y uno no cambia a setenta y dos desde hace trece meses, se ha quedado fijo y no se mueve ni hacia atrás o hacia adelante, quizá por no haber más qué quitarle o qué ponerle

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