Alguien todavía recuerda el veintitrés casi a la media noche de un veinticuatro, alguien aún espera a un cartero desorientado ó el andar de un par de tacones del doce ligeritos ligeritos…dejando huellas frescas sobre las tejas de un tejado descuidado
Me sostengo con uñas y dientes de ésta última hebra de un lazo deshilado por el paso de estampidas de días tan ajenos de todo…tan extraños
Si mi fe aún está cuerda, entonces alguien tropezará con estas letras entre este veintitrés y el treinta -aunque sea por error o curiosidad-, y sabrá que se le busca y que aún se le espera con aquella misma paciencia puesta en práctica más de alguna vez en los andenes, aeropuertos, oficinas y en los portones…solo por saberle
Así mismo el destino o el azar sabrán cómo buscarme y encontrarme, cómo encender una vela, cómo pintar una huella, cómo alzar la mano para así saber que no solo es uno el que espera cualquier señal del otro lado de una frontera dibujada con las manos
Solo siete días para una última espera, ni uno más ni uno menos, para saber de cierto qué tan grande es todo aquello que alguna vez me enseñaron, o para terminar de entender que el pertenecer es solo una vieja costumbre condenada al desuso del pasado
viernes, 23 de diciembre de 2011
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