Me he venido convirtiendo en ateo, conservé algunas deidades colgadas de los muros, y guardé la fe debajo de la almohada por lo pronto, espero ahí no moleste mientras duermo, ya no creo con tanta ingenuidad, ya no volteo a ver el cielo en las mañanas ni miro de reojo el lado derecho de mi cama, ahora solo me levanto, pongo un pie en el suelo, le sigue el otro. . .hacia arriba y adelante; he ido sacado a hurtadillas un poco de mis cosas, acaso lo has notado?, faltaba espacio, aún está en remodelación supongo, ahora me llevo puesto todo, incluso una última sonrisa reservada por si acaso
llegará el día en que habremos de hacernos un conteo de los respectivos heridos y sus daños, puntualmente habremos de exhibirnos las facturas de las deudas pendientes y de lo ya pagado, nunca supe cómo curarle la resaca del olvido apresurado, recurrí a la alquimia de los textos compuestos, de las explicaciones innecesarias, mientras con la boca cerrada en silencio rumiaba las dudas que no obtendrán respuesta alguna en otros labios
Hace días que me he venido anudando fuertemente la garganta, tan justa que me impida emitir preguntas, palabras...sonidos; he dejado un poco sueltos a mis dedos, que sean ellos los intermediarios en negociaciones apalabradas, en treguas enhebradas con hilos tan delgados que se rompen con el soplo de la brisa del silencio acumulado.
Hybris
jueves, 7 de octubre de 2010
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