lunes, 5 de diciembre de 2011

Goliat

A Goliat se le abre un abismo de la garganta al ombligo cada que recuerda de dónde es que ha venido,
Seis de cada siete noches duerme con la boca seca, las manos despiertas y los ojos en vilo

Se le dibuja en la boca una almeja cada que conversa con aquellos ojos marrones,
A Goliat le da por guardar capicúas y otras casualidades por si acaso

Tiene un libro justo al lado de su cama con dedicatoria pos-fechada para no olvidar de qué se ha tratado,
A Goliat aún lo levanta de la cama a la primera, una mano pequeña que tira del último dedo de su pie derecho

Goliat tiene ya tantas batallas ganadas y muy poca multitud, tantas noches en su espalda y muy pocas lunas colgando en el perchero

Recuerdo haberle escuchado decir que desde un lunes de agosto, nunca antes tuvo el corazón tan rojo

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